Muchos se preguntan si la IA puede ser creativa. Para mi la respuesta es sí.
Soy tan tajante porque si ciertos contenidos sintéticos los hubiera generado un ser humano, sin duda lo tildaría de sumamente creativo. Por ende, la IA (para mí) sí es creativa.
Las diferencias empiezan en el “cómo”: la creatividad de la máquina no es igual a la del humano.
Es fácil caer en la “falacia de la imagen y semejanza”: pensar que nuestro segundo cerebro va a funcionar como el primero.
Qué ingenuidad.
Puede que las redes neuronales hayan sido inspiradas por nuestro órgano del pensamiento, pero no concluyamos que funcionan de la misma manera: sería un craso error.
De la misma manera, no juzguemos a la Inteligencia Artificial por su parecido con nuestra manera de trabajar o de llegar a ciertos resultados: lo hará de manera diferente porque es diferente.
La creatividad ilustra muy bien esta idea.
De la inspiración creativa a la minería de ideas
La persona creativa es capaz de ver las cosas de manera diferente a los demás, de captar conexiones invisibles y traducirlas en una idea brillante y original.
Esta persona se expone a estímulos variados y de cada uno extrae un ingrediente de su inspiración, para finalmente juntarlos en esa manifestación sorpresiva y novedosa - creativa, en una palabra.
El proceso creativo así descrito le debe mucho a la inspiración, ese momento mágico en el que la mente se libera de los límites cotidianos, conecta lo inconexo y genera algo que transforma la percepción del mundo que nos rodea.
Si le pedimos a una IA que replique este mismo proceso, vamos a quedar decepcionados.
QUOTE Prompt: “dame una buena idea”
Resultado: un refrito regurgitado
Conclusión: la IA no es creativa
Pero la IA no funciona como nosotros: pedirle que nos imite no es el camino. Deberíamos ponerla a jugar con sus fortalezas, no con su debilidad.
Pensemos en una campaña publicitaria, donde está demostrado que la creatividad impacta los resultados.
La IA puede generar un millón de ideas en el tiempo que nos toma a nosotros formular una sola.
Este “brainstorming exponencial” puedo guiarlo con un buen prompt y someterlo al análisis de 100 agentes verificadores, encargados de eliminar las ideas malas o ya utilizadas por otra marca.
Las restantes (digamos 500,000) puedo someterlas a un testeo automático con individuos sintéticos (modelados sobre personas reales) para seleccionar solo las mejores 500.
Estas 500 se las paso a otros 20 agentes de IA, cada uno instruido para impersonar a una gran mente creativa: tendré a Steve Jobs, a Shonda Rhimes, Picasso, Frida Kahlo, Mozart…
Al final de esta destilación sintética -automática y ultrarrápida- me quedarán 100 ideas.
En el pasado, se las sometería a un comité; ahora puedo aplicar un nuevo paradigma:
lanzo 100 campañas digitales diferentes a 100 muestras de consumidores online (ahora sí personas reales)
Una hora después apago las 50 peores y le cambio el target a la restantes
Una hora más y me quedo con las 10 más performantes: mis ideas ganadoras.
Esto es minería de ideas: un proceso reformulado para jugar con las fortalezas de la IA - no con sus limitantes.
Algunos dirán que esto no es creatividad: es pescar con dinamita.
Pero si al final obtengo mis peces (buenas ideas), ¿importa realmente como lo hice?
El punto es de aplicación general: si usas tu segundo cerebro como usas el primero lo estás desaprovechando.
Ponlo más bien a hacer cosas que tú nunca podrías hacer.
Si te gustó, sigue con:
lo que menos debes hacer con ChatGPT (en serio, es una trampa);
Un libro que te invita a soñar en grande
Qué tan cierto es que el humano seguirá en el centro.