“Un país de genios en un data center”
Con el advento de la Inteligencia Artificial General se viene un mundo mejor… ¿o no?
Cuando habla el vicepresidente de investigación que ha liderado el desarrollo de GPT-2 y 3 uno presta atención.
Más aún cuando sabemos que salió de OpenAI a fundar Anthropic y a desarrollar Claude, el LLM que se pelea la cima del mercado con Gemini y ChatGPT: es una de las personas que más sabe de IA, incluyendo a tendencias y descubiertas que conoceremos sólo en varios meses.
Sus conclusiones nos importan a todos
En su ensayo recién publicado, Dario Amodei reflexiona además sobre un tema bastante álgido: la Inteligencia Artificial General.
La expresión no le gusta (“muy cargada de ciencia ficción y hype”) y prefiere cambiarla por “Powerful AI”, pero significa lo mismo:
más inteligente que un premio Nobel;
más hábil que nosotros en todo lo que requiera teclado, mouse y conexión a internet;
capaz de absorber información y dar instrucciones hasta 100 veces más rápido que un humano;
replicable en millones de copias, que después pueden coordinarse de varias maneras.
¿Cómo será el mundo después de haber alcanzado este nivel de inteligencia? “Un país de genios en un data center”, resume Amodei.
Dichos genios -centenares, millares de ellos- estarán organizados en grupos de trabajo ultra-rápidos; verificarán hipótesis sin descanso y lanzaran investigaciones derivadas sin descanso, contando con la crítica constructiva de un equipo de Ph.Ds dedicado (o 500 equipos, si necesario).
Con este poderoso despliegue, Amodei cree que las grandes descubiertas que hoy alcanzamos cada década o dos podrían acelerarse sustancialmente: una al año, tal vez.
La turbo-ciencia.
Para lograrlo, primero hay que llegar a la “Powerful AI” - cosa que él implícitamente da por hecha. No menciona un horizonte temporal, pero parece estar hablando de un futuro muy cercano.
Después, tendremos que adaptarnos a esa nueva realidad: los mecanismos de uso de esos mega-cerebros no existen, ni los mega-data centers que necesitaremos.
Una vez acoplados, podremos cobrar el premio gordo: “Un siglo de avances en diez años”.
Bingo.
Un siglo de avances en diez años
Con la turbo-ciencia podremos lograr mucho. Para algunos campos -más cercanos a su experiencia directa- Amodei nos da muchos ejemplos.
La expectativa de vida puede duplicarse de 75 a 150 años. Parece improbable, pero no sería inaudito: ya lo hizo en el siglo XX. El humano promedio nacido en 1900 podía aspirar a vivir 32 (tres - dos; treinta y dos) años; menos aún si vivía en África o Asia. Si le hubieras contado que sus nietos iban a vivir más que el doble no te habría creído.
Podremos eliminar el cáncer, con la excepción de algunos sub-tipos excepcionales. Ya hoy vamos reduciendo las tasas de mortalidad del 2% al año, así que este objetivo tampoco parece imposible.
Desbloquearemos nuevos derechos, como la “libertad biológica” - “la idea de que todas las personas deben tener la capacidad de elegir en qué quieren convertirse y vivir sus vidas de la manera que más les atraiga” en términos -por ejemplo- de peso, apariencia física o reproducción.
Hasta será posible prevenir genéticamente muchas enfermedades.
Avances clarísimos y palpables.
Lamentablemente, en otros campos su predicciones no son tan detalladas, dejando espacio al clásico “pensamiento con el deseo” (o wishful thinking).
¿Tendremos todos acceso a estas tecnologías? Ojalá, es la respuesta. Tal vez terminen siendo reservadas al rico norte, dejando al pobre sur a recoger migajas. Existe un escenario donde el “turbo” se aplica a todas las economías, otro en que las distancias se alargan en lugar de acortarse.
¿Serán una fuerza para el desarrollo de la democracia? Ojalá, de nuevo. Desde su optimismo, todo parece indicar que así será, pero las mismas herramientas las tendrán las autocracias: partido abierto.
¿Tendrán un impacto positivo sobre el mundo del trabajo? Tercer ojalá. Nadie sabe si nos elevaremos a tareas semi-divinas o viviremos sumidos en el sub- o des-empleo.
La conclusión es una sola: el resultado final va a depender de nosotros, todos y cada una.
Unos podrán influir menos, otros más.
Si estás leyendo estas líneas estás entre estos últimos, así que… ¡a trabajar!
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