La nueva guerra fr-ÍA
China y Estados Unidos se pelean el liderazgo en la nueva carrera armamentista de la Inteligencia Artificial. ¿Quién prevalecerá? El parecer de un experto.
China podría ganar la carrera por la Inteligencia Artificial y ser el país que controla los nuevos super-cerebros de silicio.
Quien lo dice es Kai-Fu Lee, ya investigador jefe de Microsoft en Asia, presidente de Google China y ahora fundador de Sinovation Ventures (con sus 2 mil millones de dólares de fondos para inversión en startups) y autor del best seller “Ai Superpowers” (recomendado al 100%).
6 años después de su publicación el libro sigue relevante; en él ha volcado su comprensión profunda de la escena tecnológica tanto norteamericana como china en una colección de historias y propuestas apasionantes.
La que inspira el título del libro es la que quiero contarte hoy: involucra a las dos naciones más poderosas del planeta e inversiones multibillonarias, pero… empieza con un juego de mesa.
El “momento Sputnik”
China despertó a la Inteligencia Artificial en 2016, cuando AlphaGo enfrentó a Lee Sedol -campeón mundial de Go- frente a 280 millones de espectadores locales (en Occidente lo vieron cuatro gatos, en comparación).
Ya se sabía que una máquina podía jugar a los máximos niveles: Deep Blue de IBM lo había demostrado en 1997 ganándole al mejor ajedrecista del planeta.
Pero el Go se consideraba imposible de dominar para un computador: su tablero permite más combinaciones que el número de átomos del universo conocido.
Para sumar al interés del reto: el Go se inventó en China hace más de 2,500 y por siglos formó parte de la educación de la nobleza local - parecía hasta ofensivo que unos jóvenes ingenieros ingleses (DeepMind) parte de una big tech americana (Google) pudiesen desafiar tanta sabiduría ancestral.
El programa AlphaGo -con su revolucionario aprendizaje profundo- ganó 4 de 5 partidos (aquí el documental que cuenta la historia completa); el año siguiente repitió contra Ke Jie, nuevo número uno del mundo.
Todo el país quedó en shock. Sus líderes políticos cayeron en cuenta que algo grande estaba pasando: algoritmos tan poderosos abrían un nuevo mundo de posibilidades - y ellos se estaban quedando atrás.
Kai-Fu Lee lo llama el “momento Sputnik” de China. Se refiere a cuando -en 1957- los EE. UU. se despertaron a la carrera espacial después del sorpresivo lanzamiento del primer satélite de la Unión Soviética.
En seguida reaccionaron creando la NASA (1958), acelerando para no quedar demasiado atrás y finalmente declarando su intención de enviar un ser humano a la Luna con el famoso discurso del presidente Kennedy (cuya promesa se cumplió en 1969).
Casi 60 años después, China también reaccionó a su “momento Sputnik”: lanzaron un plan para la Inteligencia Artificial, con el objetivo para 2030 de ser líderes en teoría, tecnología y aplicación.
Además, dejaron en claro su intención de premiar a empresas y funcionarios que lograran adelantar el tema - movida que funciona muy bien en su sistema centralizado.
El resultado lo vemos hoy: China triplica a EE.UU. por número de patentes de IA (2022) y recientemente ha pasado a Europa por número de modelos fundacionales; está además entre los punteros en términos de adopción (todos los datos son del maravilloso Artificial Intelligence Index Report 2024 de Stanford - 500 páginas de data fundamental).
Y lo que se viene. Según Lee, su época dorada apenas empieza.
En la era de la implementación, la ventaja es para China
Lee distingue dos etapas:
“la era de los descubrimientos” y
“la era de la implementación”.
En la primera se dan los grandes avances conceptuales: el deep learning, por ejemplo, o los transformers. En esta etapa las figuras clave son los grandes genios, los que ven lo que nadie más ve y logran ponerlo en práctica.
En la segunda, las nuevas potencialidades se traducen en productos y servicios que resuelven problemas concretos. Los personajes principales son un sin número de ingenieros, encargados de liderar la aplicación a diversos sectores y necesidades.
Cuando todas las noticias que leemos de novedades en Inteligencia Artificial no son descubiertas sino aplicaciones sabemos en qué etapa nos encontramos.
Hasta que llegue un nuevo breakthrough, manda la cantidad sobre la calidad. Importa más tener miles de artesanos de la IA (abundantes en China) que unos cuantos genios (concentrados en EE UU).
Nuestro competidor oriental tiene otras grandes ventajas:
Una generación de líderes digitales fuertes y capaces, verdaderos gladiadores forjados en el competitivo mercado local que ya pasaron por la etapa de la “copia” y ahora innovan en la frontera;
Más usuarios (1090 millones en internet, el triple de Estados Unidos) y por ende más data;
Sistemas de servicios más integrados, súper apps como WeChat que abarcan porcentajes inimaginables de la vida de las personas, incluso cruzando la barrera entre online y offline;
Un estado empeñado en primera persona en la carrera, que financia y crea -por ejemplo- autopistas y centros urbanos diseñados para los automóviles autónomos;
Sus propias big tech -Baidu, Alibaba, Tencent, Didi, Tik Tok, etcétera- lanzadas adelante por el doble “salto de rana” al móvil (saltándose el PC) y a las billeteras digitales (saltándose las tarjetas de crédito).
Son ventajas impresionantes, que no han pasado desapercibidas en Occidente. Puede que estén atrás en los chips, pero la amenaza es concreta.
Me ha impactado escuchar esta frase en un discurso de Kamala Harris, la candidata presidencial del Partido Democrático americano y actual VP: “I will make sure that we lead the world into the future on AI; that America -not China- wins the competition for the XXI century”.
Nunca me imaginé que la confrontación se fuera a plantear de manera tan directa…
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