La IA mata al planeta
¿Qué tanto impacto ambiental tiene la Inteligencia Artificial Generativa? Empecemos por tres “lentes” para acercarnos al tema.
“A cavar por carbón: las PCs están llegando”.
Así titulaba Forbes el 31 de mayo de 1999. “La convergencia infoeléctrica (sic) ya está teniendo un impacto visible en la demanda general de energía” reportaba, agregando: "En algún lugar de Estados Unidos, se quema un trozo de carbón cada vez que se pide un libro en línea".
En la época había apenas 50 millones de computadoras en los hogares y una minoría estaba conectada a Internet.
Pero ya era suficiente para vaticinar la catástrofe ecológica: “Es razonable proyectar que la mitad de la red eléctrica alimentará la economía digital de Internet en la próxima década”, concluía.
En realidad, si sumamos data centers, minería de criptomonedas, conectividad y hasta aparatos en manos del consumidor (o sea: una buena tajada de la economía digital) no llegamos ni cerca al 10%. Y pasaron dos décadas y media 🙂.
Hoy escuchamos alertas parecidos, esta vez relacionados con la Inteligencia Artificial Generativa: “cada conversación con ChatGPT consume medio litro de agua dulce”, dice un estudio de la Universidad de California .
El dato ha generado impacto, cómo suele suceder cuando los “grandes números” se traducen a medidas cercanas a nuestro día a día. “Si 20 preguntas gastan tanta agua, ¿cuál será el impacto de centenares de millones de usuarios?”
La pregunta es sana: el impacto ambiental de cada nueva tecnología debe preocuparnos (literalmente: “pre-ocuparnos” - está mal ponerle atención al problema sólo cuando ya se ha manifestado).
Hoy tenemos una conciencia ambiental más evolucionada que hace 25 años; hemos avanzado cómo sociedad y estoy de acuerdo con el escrutinio al cual sometemos todos nuestros hábitos de consumo.
“Sostenibilidad” no es solo una linda palabra para comunicados de prensa: es una exigencia del planeta.
Me dispongo a seguir de cerca la temática y a tratarla varias veces en esta newsletter (hasta le dediqué un buen NotebookLM con toda la información de primera mano).
En mi acercamiento voy a mantener siempre presentes tres consideraciones clave; las torno explícitas aquí por transparencia (y también para suscitar algo de debate con quien se anime a responder este correo).
Tres lentes que me pongo para leer de impacto ambiental de la IA
Primer lente: la IA es una tecnología como ninguna otra. Ella contribuye al problema (consume agua y energía) pero es la única que también puede contribuir a su solución.
Un carro contamina; una vaca consume agua; el “fast fashion” produce en exceso. Y ninguno de ellos puede hacer nada para mejorar la situación.
Puedes reunir 150 becerros y no van a ayudarte a resolver su propio impacto ambiental.
La Inteligencia Artificial -en cambio- puede acercarnos a algoritmos que optimizan el consumo de agua en un Data Center, o generar insights para una desalinización eficiente - o en general acelerar el avance de la ciencia.
¿Más carne roja -entonces- o más IA? Una punta de anca de una libra tiene una “huella de agua” de casi 8,000 litros (casi dos mil galones), equivalente a más de 40 conversaciones al día -por un año- con tu chatbot favorito.
Es evidente que la pregunta no tiene sentido. El sistema regula costos e incentivos - es imposible enfocarse en cada caso particular. ¿Quién decide qué uso es bueno y qué uso es malo cuando de energía y naturaleza se trata?
Esto no significa que a la Inteligencia Artificial todo se le permita. Ni que le vamos a dar patente de corso a OpenAI o a Anthropic para que contaminen libremente sólo porque tal vez, algún día, si las condiciones se dan podrían contribuir de alguna forma indeterminada.
Pero sí reconozcamos que es la primera vez que semejante planteamiento se llega a considerar: un contaminante que puede encerrar la clave para descontaminar a gran escala.
—
El segundo lente tiene que ver con el emisor del mensaje: ¿quién me está diciendo que la Inteligencia Artificial contamina?
Si es un periodista -más aún si “tradicional”- aplico una sana dosis de escepticismo: probablemente se siente amenazados por una tecnología que hace muy bien su trabajo - absorbe información, la elabora y la devuelve en forma de mensaje articulado.
Es normal que a este poderoso competidor le busque defectos.
Esto explicaría porqué no nos acordamos de haber visto artículos parecidos sobre el impacto de la nube o de la misma Inteligencia Artificial tradicional - allí no hay competencia, no hay amenaza.
Yo creo que el periodismo hay que protegerlo. Creo que las fuerzas del mercado -especialmente después de internet- han generado mucho estrés en el sector y que entre creadores, redes sociales, publicidad y suscripciones todavía estamos lejos del nuevo equilibrio que necesitamos cómo sociedad.
Sólo siento fastidio cuando contra la tecnología percibo la defensa de una posición particular de privilegio, muchas veces basada en “glorias” de un pasado monopolístico.
—
El tercer lente es un poco más profundo y se refiere a la actitud de las personas frente a la Inteligencia artificial, que estudio tras estudio muestra ser bastante negativa - o al menos dividida.
Será culpa de Terminator, o porque se nos “metió al rancho” y amenaza con quitarnos el trabajo, o porque se atreve a decir que algún día va a ser más inteligente que nosotros: el hecho es que no nos gusta. Nos da miedo.
En otras palabras: es un objetivo fácil. Cuando todos la usemos más, es fácil prever que estos argumentos van a bajar de intensidad.
¿Te imaginas hoy una invitación a abandonar tu smartphone a causa de su impacto ambiental? Por más argumentos que tenga (y los tiene) no generaría más que una lectura rápida y distraída - en la pantalla del mismísimo celular.
Mejor señalar a la Inteligencia Artificial Generativa.
Los políticos lo han entendido y hoy muchos se jactan de haber presentado un proyecto de ley para poner en cintura la amenaza (sólo en Colombia hay por lo menos 9).
Es más fácil esto que reunir los miles de millones de dólares que vale un macro-proyecto de energías renovables; ¡por suerte sí hay gente que también se dedica a lo más arduo!
Ahora sí, a estudiar: el tema lo amerita.
Esta no es mi posición completa sobre el tema. La estoy construyendo todavía. Ando en la infinita etapa que llamo “reducción de la ignorancia”.
Sólo quería poner sobre la mesa estos tres lentes para ser transparente.
Este mensaje del Frailejón Ernesto Pérez, por ejemplo, en la imagen arriba, no me da buena vibra.
Él es un personaje adorable que se hizo famoso en Colombia cómo paladín de la protección del páramo, un ecosistema andino muy frágil y en peligro.
Su aporte a la conciencia ambiental merece apoyo total. ¿Pero te imaginas si su mensaje hubiese sido: “Piensa dos veces antes de hacer una búsqueda en Google”?
La pregunta es: ¿Vale más la curiosidad de un niño o medio vaso de agua?
Y además: ¿quién lo decide?
El mes pasado se suscribieron 226 personas: ¡bienvenidas!
Comparte si te gustó con este botón.
Que buen texto, servirá para calmar a los nerviosos