Humano = vinilo
El mejor contenido es el humano; la mejor manera de escuchar música es el vinilo; ambos van a tener la misma participación en el mercado.
Hablemos de música un rato; no es una tecnología emergente, pero les prometo que tiene que ver.
En el año 2000, la (casi) totalidad de los ingresos por música grabada eran generados por los CDs.
Para Zetas y Alphas: los CDs (Compact Disc) eran la música digital de esa época, relucientes círculos impresos a láser que contenían un álbum entero. Venían en una cajita plástica y traían una libretica con las letras y fotos del artista.
En ese momento, el mercado de los EE. UU. valía más de 20 mil millones de dólares - la cifra más alta de la historia, cómo se puede apreciar en la imágen abajo.
Era difícil imaginar -en ese glorioso momento- que las ventas iban a bajar casi un 70% y que el modernísimo CD iba a desaparecer por completo.
Por algo la industria de la música se toma como ejemplo del impacto de la revolución digital: pasó en pocas décadas por 3 cambios de formato.
Del físico/físico (LPs y cintas) pasó al físico/digital (CD), luego al digital/digital descargado (MP3) y finalmente al digital/digital en streaming (Spotify) - con dinámicas fascinantes e instructivas que Matthew Ball cubre en este brillante ensayo.
En todo este proceso, la calidad media de reproducción ha venido bajando: el streaming suena peor que los CDs, que a su vez fueron un retroceso frente al vinilo - y a nadie parece importarle.
Primó la simplicidad: tener acceso en tu celular a toda la música del mundo vale algún sacrificio en rendición tonal, amplitud y otras cosas esotéricas que le puedes preguntar a tu amigo audiófilo.
Frente a esta degradación de la experiencia, algunos han vuelto al vinilo (el gráfico abajo lo describe como “the comeback kid”), pero la inmensa mayoría nos hemos quedado con la calidad Spotify: mediocre - pero barata, cómoda y asequible.
Algo parecido irá a pasar con el contenido en general, pero con una diferencia: la evolución no será de formato, sino de autor.
De autores humanos a autores sintéticos
Si la digitalización impactó los formatos, la Inteligencia Artificial Generativa promete ir más a fondo y cambiar… los autores.
Los libros se convirtieron en e-books, pero los escritores seguían ahí.
La TV abierta dejó paso a YouTube, pero alguien continuaba a generar videos.
Los rollos Kodak desaparecieron en los smartphones, pero la foto había que tomarla igual.
Hasta hoy.
Ahora todo tipo de contenido puede ser generado por una máquina previamente entrenada.
Expuesta a mucho contenido y con suficientes GPUs a disposición, termina dominando cualquier lenguaje humano: no sólo el de las palabras sino también el de las formas, los colores, las notas, las escenas.
Es la era del contenido infinito. Después de limitarse a facilitarnos la tarea, las máquinas conquistan el último reducto - la creación desde cero. No nos necesitan para iniciar el proceso: pueden escribir sus propios prompts.
Lo único que nos piden es recolectar información del mundo físico - por lo menos hasta que tengan cuerpo, sentidos y movilidad.
Del resto se encargarán ellas, con costos mínimos, asombrosa eficiencia y capacidad ilimitada. Si cada contenido es una gota, lo que nos espera es un diluvio artificial.
Los seres humanos seguiremos generando lo nuestro, naturalmente. Y por un tiempo podremos mantener ventaja en calidad.
Ahí es donde entra el vinilo: ¿qué tal que los consumidores prefieran el contenido sintético por razones diferentes a la “mera” calidad?
Crear para el deleite de pocos
Un artículo escrito por ChatGPT puede ser más rápido, más personalizado y más interactivo que el equivalente generado por un humano.
Si quiero explorar -por ejemplo- el impacto ambiental de la IA tengo dos caminos:
Buscar una nota dedicada al tema en publicaciones de confianza o
Pedirle a ChatGPT que me la genere.
En el primer caso, estoy seguro que la calidad va a ser superior, tanto en estilo cómo en respeto de las fuentes.
Pero el segundo lo puedo tener en 2 segundos, adaptado a mis intereses y con profundizaciones ilimitadas.
En ocasiones preferiré el primer camino; en otras (la mayoría, sospecho) me iré por el otro lado. Convenience is king.
Volviendo brevemente a la música: mientras escribo estas líneas tengo mis audífonos puestos. Estoy escuchando “(a). Sip”, un álbum perfecto para acompañar sin distraer. Estoy casi seguro que el autor -“what is?”- es un algoritmo.
No soy su fan, ni iría a verlo en concierto (¿cómo?). Pero para lo que necesito está perfecto y le he dedicado horas y horas de reproducción (monetizada). Calidad vs comodidad.
Traigamos el discurso a lo escrito: no estoy hablando de poesía ni de alta literatura.
Más bien pienso en los artículos escritos por practicantes para congraciarse a Discover. Serán los primeros en desaparecer, sin que nadie los llore.
Gradualmente las máquinas irán mejorando, liberando a los humanos de otras tareas de escasa relevancia: recuento de partidos de fútbol, informes de resultados trimestrales, avances de obra, exit polls electorales etcétera etcétera.
Al final nos vamos a quedar en un pedestal: bien arriba, líderes absolutos del contenido de alta calidad - ese que se saborea con un café, un whisky o un té de hierbas, sentados en la mejor poltrona de la casa.
Cómo un vinilo.
Para aficionados.
Excelente artículo Paolo, yo que soy Melómano, músico autodidacta y seguidor de la IA... Somos los cultores de la autenticidad.